La filosofía estoica alcanzó tanto auge en Roma que los propios emperadores acabaron prohibiéndola y expulsando de la ciudad a los filósofos. ¿Pero cuáles eran las ideas estoicas? ¿Cuáles los conceptos filosóficos que hicieron tambalearse a los emperadores más poderosos? Para dar respuestas a estas preguntas debemos acudir a la figura de Epicteto, pues sus enseñanzas nos revelan las claves a todas estas preguntas.
¿Quién fue Epicteto?
Epicteto nació en el año 55 en Hierápolis, una ciudad de la Frigia meridional bajo el dominio del Imperio Romano, que se correspondería con la actual Turquía. Fue esclavo del liberto Epafrodito, el cual fue secretario de Nerón y un hombre bastante acaudalado y de gran influencia en la Roma del siglo primero.
Siendo aún un niño, Epicteto se estableció en Roma, donde sobre el año 70 asistiría a las lecciones del filósofo estoico Mausonio Rufo, de quien será su mejor alumno.
No conocemos la fecha de su manumisión por parte de Epafrodito, pero podemos imaginar que se la ganaría por sus habilidades intelectuales. Aunque hay fuentes que refieren que Epafrodito no lo trataba bien. Se cuenta que Epafrodito se divirtió una vez retorciéndole a Epicteto una pierna con un instrumento de tortura, mientras Epicteto se limitaba a advertirle que se la iba a romper, y luego cuando eso sucedió, solamente agregó : “!Ya te dije que me la romperías!”.
Lo que es cierto es que fue cojo, pero parece que fue más bien por reúma que por esta acción de su amo.
En el año 93 empezó su vida pública en la Nicópolis, ciudad romana en la actual Grecia, donde seguramente se asentó tras la expulsión de los filósofos de Roma por parte primero del emperador Vespasiano y luego de Domiciano.
Los filósofos estoicos se habían mostrado contrarios a la tiranía de varios emperadores, sobre todo de Nerón y Calígula, y habían estado detrás de varias conspiraciones. Pero, ¿por qué? La respuesta la podemos encontrar en el manual estoico de Epicteto, pues la filosofía estoica choca contra la política dictatorial de los césares.
Epicteto no escribió nada, el manual o Enquiridion que de él conservamos fue recopilado como una especie de apuntes de clase por su discípulo Arriano. Lo importante de estos apuntes es que a través de ellos podemos hacernos una idea bastante precisa de qué es el estoicismo y cómo se puede llevar a la práctica desde la perspectiva de la moral.
El lema que resume toda la filosofía de Epicteto y que hay que remarcar al adentrarnos en su filosofía dice: “Abstente de pasiones, afectos y opiniones”.
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Epicteto parte de que existen dos tipos de cosas en el mundo:las que dependen de nosotros y las que no. “De nosotros dependen nuestras acciones (opiniones, inclinaciones, deseos y aversiones), y no dependen lo que no es nuestra propia acción (el cuerpo, los bienes, la reputación, la honra)”.
“Las cosas que dependen de nosotros son por naturaleza libres y es ahí donde podemos obrar con libertad. Las que no dependen de nosotros son débiles, esclavas, dependientes, sujetas a mil obstáculos, y enteramente ajenas”.
La tarea del filósofo es ocuparse únicamente por las cosas que depende de él, las que están en su poder y evitar que las ajenas te afecten y te hagan infeliz. Para evitar que lo que no depende de nosotros nos hagan daño los estoicos hablan de la ataraxia, es decir, conseguir el control de las pasiones.
El filósofo debe indagar la verdad y ser sincero con uno mismo. Si uno tiene un cántaro, manifiesta Epicteto, que le es útil para algunas necesidades puede decirse que ama al cántaro, pero a la par debe decirse también que se terminará rompiendo, y prepararse para no preocuparse cuando se rompa.
El ejemplo del cántaro lo extiende a la muerte del hijo o la esposa. El filósofo debe saber que los ama, que son incluso su bien preciado, pero su tarea es estar preparado para cuando llegue la muerte no sufrir ante el suceso. No se debe decir que uno ha perdido a mi hijo, sino que lo he devuelto, puesto que es un bien que no depende de nosotros.
Al no depender de nosotros no podemos preocuparnos por ello, solo controlar los sentimientos negativos de su muerte a través de la ataraxia. Si sufrimos el mal se convierte en dos males, la muerte del ser querido y mi propio sufrimiento.
Sobre la muerte piensa Epicteto, como su admirado Sócrates, que no hay que temerle, pues es una cosa ajena a nosotros. No es terrible, como muchos piensan, terrible es solo una opinión.
Por ello si uno muestra compasión por otro que por ejemplo ha perdido un hijo, debe evitar que le afecte internamente.
Los estoicos tratan siempre de ser virtuosos, combatiendo las pasiones o los sucesos adversos. Epicteto viene a decir que ante cada cosa que te presente un dilema moral siempre hallarás un arma para combatirla. Así, si te gusta algún joven bello, debes emplear la virtud de abstenerte. Si es algo que te fatiga, puedes aplicarte el coraje; si son injurias, debes emplear la resignación y la paciencia.
Tener celos o envidias solo nos afecta a nosotros y depende de nosotros causándonos el mal, por tanto deben ser desterradas de nuestras preocupaciones.
Para progresar en la sabiduría es mejor parecer lerdo e insensato. La opinión que el otro tenga de ti es algo ajeno, no debes perder el tiempo con ello, pues ese tiempo debes emplearlo en la reflexión interna, en el conocerte a ti mismo.
“Cuando alguien entonces, te ofenda o te irrite, debes saber que no es su poder el que te irrita, sino tu opinión.”
La existencia de un dios o logos es determinante en la filosofía estoica. Epicteto plantea que la vida es como una obra de teatro en la que Dios nos ha dado un papel ya definido que no podemos cambiar, siendo nuestra misión desempeñarlo lo mejor posible.
Dios es también la naturaleza, lo que la naturaleza ordena. Es más, la tarea máxima y fundamental del filósofo es conocer la naturaleza. Por ello, si un padre o un hermano o un amigo se portan mal con nosotros, no podemos devolverle el mal por el mal, pues iría contra natura. Uno debe obrar bien, porque las leyes de la naturaleza así lo mandan. Si no obras conforme a lo natural no obramos rectamente con la divinidad.
Por tanto, no podemos pedir que las cosas lleguen como las deseemos, sino que debemos desearlas tal y como llegan, ese es el camino hacia la prosperidad.
Los estoicos, que se separaron de los cínicos al aceptar las leyes de la ciudad, sienten un profundo respeto por la ley. Epicteto afirma que “en sus oraciones y en sus ofrendas, cada uno debe seguir la costumbre de su país”, pero aquí tenemos que tener en cuenta que el filósofo si el gobernante actúa contra la ley natural debe seguir a la ley natural, y no a la ley de los hombres.
Es ahí donde va a surgir el conflicto con el poder político. El estoico va a poner de manifiesto con sus acciones aquello que el emperador realiza transgrediendo a la divinidad y a la naturaleza. Es decir, cuando se actúa injustamente.
El estoico puede participar en la vida de la ciudad y los cargos políticos, pero debe conservarse fiel y modesto, de lo contrario sería una vergüenza para èl y para la propia ciudad. Siempre se debe tomar un rol que pueda cumplirse, no pueden desempeñarse tareas para las que uno no es apto.
Por ello, cuando uno haga una buena acción no debe esconderse, por malo que sea el juicio que el pueblo pueda hacer de ello.
Otro de los preceptos de la doctrina estoica de Epicteto es el de la moderación. Uno debe contentarse con poco, sin ser nunca envidioso del que tiene más bienes materiales. Uno sólo ha de usar lo estrictamente necesario, por ejemplo; el alimento, el vestido, el techo… Y excluye lo que lleve a ostentación o molicie.
En la Roma del siglo I, esta postura ataca directamente a la vida ostentosa de emperadores y patricios.
La prudencia es otro de los puntos álgidos de la doctrina estoica. Antes de emprender cualquier acción, debe siempre hacerse una reflexión mirando a lo que precede y a lo que le sigue. Si estas dos cosas son acordes y no causa ningún perjuicio futuro, entonces se debe realizar.
También debe emplear la prudencia en la conversación. Epicteto dice: “guarda frecuente silencio, no digas más que las cosas necesarias, y dilas en pocas palabras.”
Aunque Epicteto no se casó también opinó sobre el amor. Así, aconseja abstenerse de los placeres carnales antes del matrimonio, aunque si uno no puede que al menos obre según las leyes y no critique nunca a quien goce de estos placeres ni se vanaglorie de su abstención.
Aunque, como hemos dicho, no se le conoce ninguna relación, Epicteto adoptó a un niño huérfano encontrado en la calle y contrató a una mujer para que le ayudase en sus cuidados.
Epicteto defendió que la mujer debe ganarse el respeto no por su apariencia física, sino por su sabiduría, pudor y modestia.
Epicteto murió en el año 135, después de trabajar durante más de 40 años en la Nicópolis, con aproximadamente 80 años y siendo una figura, como afirma Orígenes, más respetada que el propio Platón.
Para concluir podemos decir que su filosofía se ocupa de buscar lo que es bueno por naturaleza, actuando con libertad conforme a lo que está en nuestras manos y con la ataraxia con lo que nos es ajeno. Todo ello se consigue y se apoya en la prudencia, la honradez, la moderación, la ausencia de celos y envidias y en todos los actos dignos de un buen ciudadano.