Fue uno de los mayores filósofos de la antigüedad y el primero en convertir la filosofía en algo de todos y para todos; en un bien que producía nada más y nada menos que el placer y la felicidad. Ciudades enteras siguieron sus doctrinas y su modo de vida se convirtió casi en una religión donde era venerado. Hablamos del gran filósofo Epicuro.
¿Quién fue Epicuro?
Epicuro nació en la Isla de Samos en el 341.a.C., que era una colonia de Atenas, por lo que va a ser considerado un ciudadano plenos derechos atenienses. Su padre era maestro de escuela y su madre oficiaba las artes adivinatorias.
Será su progenitor el que despierte en él el conocimiento y lo forme en la edad infantil. Luego, a los 14 años, ampliará su formación con un discípulo de Platón, Pánfilo, que residía en su isla. Será su primer gran acercamiento a la filosofía y a la teoría platónica que más tarde rechazará severamente.
A los 18 años estuvo en Atenas haciendo el servicio militar, seguramente será aquí donde entre en contacto con el pensamiento de la Academia y el Liceo.
A la vuelta del servicio militar se instala con su familia en COlofón, donde tuvo por maestro al atomista Nausífanes. Nausífanes, que había sido también discípulo de Pirrón, le dejará una gran huella con la teoría del Átomo de Demócrito, aunque parece ser que la relación no acabó bien y Epicuro verterá duras críticas contra su persona.
En el 311, con 30 años, abre su primera escuela filosófica en Mitilene, en la isla de Lesbos, que tendrá que cerrar pronto por ciertas disputas que tuvo en la ciudad con los aristotélicos.
De allí se muda a Lampsaco donde consiguió abrir otra escuela encontrando discípulos fieles y conociendo a la que será su esposa, Themista.
Con 35 años, es decir, en torno al 306 a.C vuelve de nuevo a Atenas, comprando una pequeña casa a las afueras de la polis, en el camino que lleva al puerto del Pireo. Allí, al igual que había hecho Sócrates con la Academia o Aristóteles con el Liceo, fundó su escuela filosófica, conocida como el Jardín.
El Jardín era una especie más bien de huerto en el que los filósofos trataban de conseguir una vida alejada del tumulto de la ciudad y centrada en el pensamiento, la amistad y la convivencia serena y tranquila. No obstante, en ella también se van a celebrar grandes banquetes.
El Jardín se contrapone a la Academia y al Liceo en que no tiene grandes pretensiones educativas, no pretende ser un centro de creación y almacenamiento del conocimiento científico. No se pretende educar en ella futuros gobernantes o producir avances científicos. El Jardín es una escuela donde el saber es usado para alcanzar la felicidad, porque en la ignorancia es donde reside el sufrimiento al perturbar el alma.
El Jardín está abierto a todo tipo de personas, lo que choca no sólo con sus dos precedentes, sino que también creará un escándalo público, pues a él asisten grandes miembros de la aristocracia pero a la par esclavos, mujeres, prostitutas o personas sin ninguna formación previa. Todos son bienvenidos al Jardín, porque las bases de la escuela epicureísta son la solidaridad y la amistad entre los miembros.
Como el resto de las escuelas, El Jardín también tenía carácter religioso, pero con la diferencia que a quien se le rendía culto era al propio Epicuro. “Obra siempre como si Epicuro te viera” rezaba una de sus máximas.
El gran problema para acercarnos hoy a la figura de Epicuro es que de las 300 obras que escribió, nos han llegado muy pocas. Tenemos tres cartas conservadas por Diógenes Laercio: la primera a Herodoto, donde se exponen temas físicos. La segunda a Meneceo, de donde se puede sacar su ética. La tercera es a Pitocles, sobre cuestiones meteorológicas.
También contamos con algunas máximas y algunos fragmentos citados por otros autores. El poema del siglo I a.C de Rerum natura de Tito Lucrecio, traducido como la naturaleza de las cosas, es otra de las fuentes fundamentales para acercarnos al pensamiento epicureísta.
Para Epicuro todo el mundo debe acercarse a la filosofía. Ella es el único medio para la felicidad. Es el instrumento que ayuda a liberarse del deseo y de las terribles pasiones que vuelven a las personas intranquilas y turban su ánimo. Da igual la edad que se tenga o la condición social de la persona.
Se suele hablar de un cuádruple remedio que aporta la filosofía de Epicuro al hombre, el famoso tetrafármaco:
- 1º. Pretende libertar al hombre de los dioses. Para Epicuro los dioses existen, pero estos al vivir en la felicidad ignoran al ser humano por su insignificancia y permanecen alejados de él, sin intervenir jamás en sus vidas. Es por ello por lo que no hay que tenerles miedo.
- 2º. El miedo a la muerte es absurdo. El hombre debe olvidarse de ella, porque cuando existimos la muerte no existe y cuando ella existe nosotros ya no estamos aquí.
- 3º.El placer es un bien que se puede conseguir fácilmente.
- 4º.El dolor es evitable.
Podemos distinguir tres partes en la filosofía epicureísta: la canónica, la física y la ética.
La canónica es la parte de la lógica o teoría del conocimiento, en cuanto que es un canon, una regla para conocer la felicidad.
La verdad se va a conseguir a través de los sentidos. Las cosas están compuestas de átomos, al igual que el ser humano, estos átomos son recogidos por los sentidos y así obtenemos las impresiones.
Ante esas sensaciones el hombre reacciona con placer o con dolor, produciéndose así los sentimientos. Cuando las sensaciones se repiten y se conservan en la memoria surgen las representaciones genéricas, que sirven para reconocer sensaciones futuras. Por ejemplo, si yo digo “esto es una casa” hay que tener ya el concepto previo de casa para saber que es una casa. Por tanto, la sensación va unida a la verdad, ayuda a descubirla junto con los sentidos.
También puede hablarse de las proyecciones imaginativas del entendimiento, que serían la forma en que el individuo infiere la existencia de los átomos o el vacío.
Epicuro dio mucha importancia al lenguaje, señalando que el lenguaje es producto del desarrollo natural del ser humano y la expresión sonora manifiesta las emociones que experimentan los hombres ante ciertas situaciones. El lenguaje ha sufrido un proceso de cambio con la civilización y los diferentes usos, volver al estado natural del lenguaje sería acercarse a su verdadero significado.
En cuanto a su física es de carácter materialista y trata de dar una explicación que elimine cualquier causa sobrenatural para evitar los temores de fuerzas desconocidas o misteriosas. Todo está compuesto de átomos y de un vacío infinito, que es por donde se mueven los átomos, que tienen extensión, peso y forma.
Los átomos existirían desde siempre y por siempre, pues nada puede surgir de lo que no existe. Las distintas cosas se forman por las combinaciones que van realizando los átomos, que crean y destruyen constantemente. Las combinaciones suelen ser al azar y no deterministas, de ahí que siente las bases del libre albedrío y niegue la intervención de los dioses en la creación. Todo se rige por las leyes de los átomos.
El propio ser humano y su alma están compuestas de átomos. El alma, para Epicuro, a diferencia de Platón, es mortal. Cuando el cuerpo muere, el alma también y pasa a formar parte del ciclo de las transformaciones de la vida.
La ética es la parte fundamental de su filosofía, y la física y la canónica están en sí supeditadas a ellas.
La ética tiene como fin guiar al individuo a la felicidad. El ser humano se mueve entre el miedo y el placer, y la felicidad se obtiene con el placer, el placer es el bien y el sufrimiento el mal. Pero tenemos que aclarar primero lo que entiende Epicuro por placer, porque no es un puro hedonismo desenfrenado como a veces se piensa.
En primer lugar está el placer estático, que es el placer que produce la privación del dolor. Y luego está el placer en movimiento que es el del gozo y la alegría. La felicidad consiste en el primer placer, el del “no sufrir y no agitarse”. A este placer se llega por la ataraxia, que es el control y el dominio de las pasiones. La prudencia es la cualidad más elevada para controlar los placeres y moderar el exceso para que en un futuro no existan consecuencias.
Por ejemplo beber mucho alcohol para divertirse no es epicureísta, porque luego debes pagar las consecuencias de ese exceso.
Los placeres pueden ser también naturales o no naturales.
Los hay naturales y necesarios, como las necesidades físicas: comer, beber…Ellos deben satisfacerse de la forma más básica.
Naturales e innecesarios, como el sexo o las artes. Se deben solo realizar con moderación para evitar que te terminen afectando de forma negativa en un futuro.
Innaturales e innecesarios: la fama o el poder político. Hay que evitarlos a todo costa. Epicuro rechaza la vida política en sí, de ahí que los epicureístas amen vivir escondidos y en pequeñas comunidades autosuficientes.
Los placeres del alma siempre han de ser superiores a los del cuerpo.
Epicuro vivió una vida moderada, llevando una dieta simple basada en el pan, queso, aceitunas y bebiendo una copa de vino de forma ocasional. El jardín fue un lugar en el que Epicuro vivió rodeado de amistades y de placeres controlados por la prudencia, evitando al máximo los posibles los dolores que causa la turbación en el espíritu.
En el año 270 a.C. después después de estar 14 días con grandes dolores a causa del mal de la piedra, la muerte alcanzó al maestro Epicuro. Le sucedió en la dirección del Jardín su querido amigo Hermarco de Mitilene.
Su filosofía se extendió por toda Grecia e Italia, incluso llegó a Egipto. Se cuentan por ciudades enteras las que siguieron las doctrinas del maestro, que fue elevado a categoría de sagrado en muchos casos. Sus ideas fueron para muchos el camino perfecto para encontrar la felicidad en esta vida, el estilo ideal para el desarrollo del ser humano.
Después de cinco siglos de esplendor, el cristianismo fue desterrando las doctrinas epicureístas por ser contrarias a la religión católica, de tal forma que durante la Edad Media apenas hay referencias a la escuela del jardín, y las que hay la pintan como el mal.
No será hasta siglos venideros cuando el epicureísmo sea de nuevo rescatado y puesto en uno de los lugares de culto de la Historia de la Filosofía.