Esta es la Torre de Belem, un fortaleza renacentista que custodiaba la entrada al Puerto de Lisboa, situada en el Mar de la Paja, cerca del estuario del Tajo. La torre de Belem forma con el monasterio de los Jerónimos y el castillo de San Jorge la gran tríada de monumentos de Lisboa. La fortaleza era el primer vigía del monasterio, el gran símbolo de poder de un país que dominaría el comercio marítimo del siglo XVI.
Portugal había sido durante fines de la Edad Media un gran país de navegantes, un país que a finales del siglo XV estaba obsesionado con una idea: llegar a la India por una nueva ruta y poder así establecer relaciones comerciales, consiguiendo el oro de la época: las especies.
Después de la decepción que la corona portuguesa se llevó al haber rechazado el ofrecimiento de Cristóbal Colón y de que éste descubriera América para España, el rey Portugués Manuel I encargó al marinero Vasco da Gama la misión de encontrar una nueva ruta hacia las Indias bordeando el cabo de Bueva Esperanza.
La noche antes de partir hacia la expedición que cambiaría el curso de la historia portuguesa, el 7 de julio de 1497, Vasco da Gama y algunos de sus marineros pasaron la noche rezando en la ermita de Restelo. Esa ermita, considerada lugar santo, fue transformada a la vuelta de Vasco de Gama en el grandioso monasterio de los Jerónimos.
Construcción del monasterio de los Jerónimos
Manuel I ordenó su construcción en conmemoración de la gran hazaña de los marineros portugueses, pensando además en convertirlo en panteón familiar. Las obras comenzaron en 1514 y fueron dirigidas por Diogo Boytac y posteriormente por el famoso arquitecto español Juan del Castillo, que combinó en gran armonía el estilo renacentista, el plateresco y el llamado manuelino, de marcado carácter gótico-tardío.
La portada sur constituye el acceso principal a la iglesia el monasterio. Destaca por su decoración gótico-plateresca, con arcos de medio punto, pináculos que se elevan hacia el cielo y el excelso gusto por los detallados bajorrelieves.
El protagonismo se lo lleva la Virgen de Belem en el centro, custodiada por la parte superior por el Arcángel San Miguel y por la inferior por la figura de Enrique el navegante. A su derecha e izquierda apóstoles y santos como San Jerónimo completan el relato simbólico religioso.
Esta portada da acceso a la iglesia, que está constituida por una única nave dispuesta a través de 6 portentosas columnas. La bóveda del crucero es majestuosa, destacando su estilo nervado.
El retablo mayor destaca la iconografía del pintor manierista Lourenço de Salzedo y un monumental sagrario del siglo XVII.3 En los extremos de la entrada al altar mayor de la capilla principal, se encuentran apoyadas sobre dos soberbios elefantes las tumbas del rey Manuel I y Juan III, así como sus respectivas esposas.
También se encuentran en este iglesia dos sepulcros ilustres que se llevan los flashes y la atención de los visitantes. Se trata de las tumbas del propio Vasco Da Gama y del ilustre escritor Luis Camoes, que es considerado el Cervantes o el Shakespeare portugués, por su famosa obra Os Lusíadas, que recoge las hazañas de los marineros portugueses en los nuevos territorios.
La iglesia comunica con el claustro del monasterio a través de una hilera de confesionarios que servían a los navegantes para confesar sus pecados antes de partir a los viajes.
El claustro cuenta con dos plantas. Una primera que es en sí la más esplendorosa, en la que se encuentra el patio central, en otro tiempo ajardinado y con una fuente ornamental, hoy desaparecida.
El claustro está completamente decorado con simbología religiosa y motivos manuelinos, como la letra M, esfera armilar, los cabos marineros, las hornacinas o lo medallones.
Del claustro inferior llaman la atención dos grandes espacios, el refectorio, que sirvió en otro tiempo de comedor de los monjes. En él destaca su bóveda nervada y la decoración de pasajes religiosos realizados en azulejo.
El otro gran edificio inferior es la antigua sala capitular de los monjes, que fue convertida en la Sala homenaje a Alexandre Herculano, el más célebre de los historiadores portugueses del siglo XIX.
En la parte superior del claustro nos volvemos a encontrar similares motivos decorativos. Por él se accede al coro de la iglesia, que nos da una panorámica espectacular del edificio, pudiendo contemplar con magnífica perspectiva toda la belleza de las vidrieras de la iglesia.
En el claustro inferior se encuentra también los restos del poeta portugués más laureado del siglo XX, Pessoa.
En el centro del claustro se encontraba una gran fuente ornamental, hoy desaparecida.
La construcción del monasterio duró varios siglos y se pueden observar en el conjunto arquitectónico una gran mezcla de estilos.
Limitando con el monasterio y en armonía con el complejo arquitectónico se encuentra también el Museo Nacional de Arqueología, que fue construido en torno a la segunda mitad del siglo XIX.
El monasterio fue puesto bajo el poder de la orden de los jerónimos, que administró el monasterio hasta las desamortizaciones de 1833.