Fue un poeta culto y refinado, pero también un perfecto soldado que se ganó fama eterna en el campo de batalla. Su vida gira en torno a la Corte del Emperador Carlos V, de quien fue hombre de confianza. Su mérito es haber introducido el Renacimiento italiano en la poesía española y elevar hasta cotas inalcanzable el rango de la lírica en castellano. Hoy vamos a profundizar en Garcilaso de la Vega, príncipe de los poetas.
¿Quién fue Garcilaso de la Vega?
Garcilaso nació probablemente en 1498 en Toledo en el seno de una familia de larga tradición señorial y literaria, pues entre sus antepasados se encuentran parentescos con el Marqués de Santillana o Fernán Pérez de Guzmán.
Garcilaso recibió una educación acorde a su condición social y a su abolengo, así se formó en gramática y literatura, en idiomas clásicos como el griego y el latín, que más tarde ampliaría con el francés y el italiano y en música, disciplina muy apreciada en el ámbito cortesano en el que se movía. Parece que dominó instrumentos como la cítara, el arpa o el laúd.
Paralelamente a esta formación intelectual, Garcilaso recibió una sólida formación militar, pues su condición nobiliaria lo predestinaba ya de nacimiento al mundo de la guerra.
En 1520 encontramos a Garcilaso sirviendo como contino real de Carlos V de España, por tanto, se va acercando al círculo del propio monarca, para convertirse al año siguiente en gentilhombre de la casa de Borgoña y a la postre en Caballero de la Orden de Santiago. En los años siguientes su prestigio en la corte va en aumento, siendo designado por el rey para grandes tareas de confianza.
En torno a la década de los 20 trabará también dos amistades fundamentales en su vida, una política con el todopoderoso Duque de Alba, sobre todo a raíz de la campaña de Fuenterrabía, y otra literaria, con el poeta Juan Boscán, junto a quien revolucionará la poesía castellana para siempre.
En la década de 1520 aumentan sus implicaciones militares, destacando su participación en la Guerra de las Comunidades de Castilla, luchando en el bando del rey, en contra de su hermano, que se posiciona a favor de los comuneros.
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1925 será otra fecha significativa en su vida. Este es el año en que contrae matrimonio con Elena de Zúñiga, una rica dama perteneciente a la corte de Doña Leonor de Austria, reina de portugal y hermana de Carlos V.
Aunque se casó con Elena, los estudiosos apuntan que Garcilaso tuvo varias relaciones con otras mujeres que aparecen entre sus versos. Así, parece que el amor de la primera juventud fue su paisana Guiomar Carrillo, con quien habría tenido un hijo ilegítimo: Lorenzo Suárez de Figueroa. Luego, en las propiedades que la familia poseía en Extremadura, mantuvo una relación con una tal Elvira y otra su estancia en Nápoles
También se suele hablar de una prima monja llamada Magdalena del Castillo y una dama portuguesa de enorme belleza, que unos identifican con Beatriz de Sá, esposa de su hermano, y otros con Isabel Freyre, con la que solo habría mantenido una relación espiritual, de amor platónico, y que se observa en algunos de sus poemas.
Esta última relación amorosa, de corte platónico, bien sea con Beatriz o con Isabel, termina con la muerte de la amada en plena juventud. El hecho causó tal impacto en la lírica del poeta que hay autores que han dividido su obra en torno a este suceso: poemas in vita, escritos durante la vida de la amada, donde sobresalen el amor y los celos, y poemas in morte, escritos tras el fallecimiento y en los que encontramos un profundo dolor y desasosiego.
A comienzos de 1530 Garcilaso asiste como testigo a las bodas de su sobrino, que no contaban con la aprobación del rey, por lo que fue apresado y enviado por el monarca a una especie de confinamiento a una isla del Danubio, levantándosele el castigo en 1932 por la mediación de su amigo el Duque de Alba. En esta isla escribió su famosa Canción III, aquella en la que expresa
“Preso y forzado y solo en tierra ajena;
bien pueden hacer esto
en quien puede sufrillo
y en quien él a sí mismo se condena.”
El nuevo destino de Garcilaso sería Italia, asentándose en Nápoles, donde trabó relaciones con poetas e intelectuales como Bernardo Tasso o Luigi Tansillo.
Por estas fechas, 1535, participó en la recuperación de Túnez a Barbarroja, y acto seguido se enfrascó en la Guerra del Emperador contra Francisco I de Francia, siendo maestre de campo de un tercio de infantería de 3000 hombres.
En septiembre de 1536, Garcilaso dio muestras del soldado valiente que era al ser el primero en intentar asaltar la Fortaleza de Le Muy. Una piedra lanzada por los defensores impactó en Garcilaso mientras trepaba, que iba prácticamente sin protección, y el poeta cayó al foso herido de muerte, falleciendo el 14 de octubre en la cercana Niza.
Como hemos visto, Garcilaso dedicó su vida principalmente a las armas y a las relaciones políticas, siendo su tarea secundaria la literatura. De hecho, Garcilaso no publicó nada en vida, fue su amigo Juan Boscán, junto a su mujer, quien daría a la imprenta las obras de Garcilaso en 1543, pero no como obra autónoma, sino como apéndice a las propias obras de Juan Boscán. Las obras de Garcilaso no aparecieron en solitario hasta 1569, siendo en años sucesivos publicadas con comentarios en ediciones de El Brocense y también del poeta Juan de Herrera.
La obra de Garcilaso es más bien breve, estando compuesta por 40 sonetos, una oda, dos elegías,tres églogas, una epístola y ocho coplas castellanas. En latín escribió tres odas y un epigrama.
Garcilaso comenzó realizando composiciones cancioneriles, como era tradicional en la corte, pero en 1526 su poesía dio un giro de 360 grados tras mantener una conversación literaria con el autor italiano Andrés Navagero, que se encontraba por aquellos días en Granada. De esta conversación tenemos constancia por la obra de su amigo, el poeta, Juan Boscán, que junto a Garcilaso decidió aceptar la propuesta del poeta italiano, que les propuso que trasladaron al castellano los metros y las estrofas propias de la poesía italiana, como el soneto, el terceto la octava real, la silva, la lira, o la estancia.
En estas estrofas el protagonismo es de los versos endecasílabos o de 11 sílabas, que se asentarán en la poesía española y serán predominantes en los siglos posteriores. A partir de esta fecha comienza lo que se ha dado en llamar la poesía italianizante de Boscán y Garcilaso, que va a marcar el futuro de toda la poesía castellana.
Pero no fue solo la adaptación de los metros y los ritmo; Garcilaso estuvo varias veces en Italia, tanto en la década de 1520, como de 1530, donde se vio influido por autores como Petrarca. La presencia de este autor es palmaria a lo largo de toda su obra poética, tanto en los sonetos como en las églogas. Otro autor italiano que dejó huella en él es Sannazaro y su famosa Arcadia, que le sirvió, junto a las Bucólicas de Virgilio, de modelo para recrear el mundo idealizado de los pastores y sus amores en sus tres églogas.
La poesía de Garcilaso también se caracteriza por su clasicismo, haciendo una gran referencia a los temas mitológicos grecorromanos. Entre sus sonetos podemos citar el que hace referencia a los mitos de Apolo y Dafne o el de Hero y Leandro. En su tercera Égloga, la que sitúa en el Tajo, nos encontramos a las musas, a Orfeo Eurídice o a Venus y Adonis, entre otros.
En las Églogas observamos el enmascaramiento de los personajes de la corte, de su círculo, con ropajes de pastores. Por ejemplo, la idealizada Galatea se identifica con su amor platónico, Isabel de Freyre o Beatriz de Sá.
En la Égloga primera, dedicada al Virrey de Nápoles, encontramos las trágicas historias de amor de dos pastores, o como expresa garcilaso con un elegante oxímoron“El dulce lamentar de dos pastores, /Salicio juntamente y Nemoroso,”.
En estos poemas apreciamos un refugio, una evasión del mundo real de Garcilaso, que contrapone el locus amoenus campestre frente al auge de la ciudad y el mundanal ruido de la corte en la que habita.
El estilo de Garcilaso pretende ser claro, sin adornos innecesarios, despojados de gran elocuencia y retórica. Garcilaso pretende fusionar el ritmo con el paisaje, las emociones y las imágenes.
De los sonetos, además del gran influjo petrarquista, podemos acentuar su interés por armonizar la forma con el contenido y el predominio absoluto del amor y sus múltiples relaciones: celos, desamor, ausencias, inalcanzabilidad de la amada… Sin olvidar tampoco, como ya mencionamos, el profundo sufrimiento de la voz lírica tras la muerte de la amada.
Para finalizar vamos a leer uno de sus mejores sonetos, el número V, donde podemos apreciar gran parte de lo explicado en la teoría.
Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto;
que, aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.
Cuando tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
Pues hasta aquí amigos nuestro repaso de hoy por el poeta que, junto a Juan Boscán, introdujo el Renacimiento italiano en las letras castellanas y cambió para siempre la historia de la poesía en castellano. Recuerda que tienes cientos de vídeos en el canal para seguir aprendiendo.
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