Fue más bien un hombre de armas que de letras, al que sólo le bastó un poema, Coplas a la muerte de su padre, para encumbrarse en la cima de la Historia de la Literatura castellana y mundial. Hoy vamos a hablar de Jorge Manrique.
¿Quién fue Jorge Manrique?
Jorge Manrique nació en 1440, seguramente en Paredes de Nava, Palencia. Pertenecía al famoso linaje de Manrique de Lara, de amplia tradición política, cultural y literaria.
Se educó bajo la supervisión de su padre, uno de los hombres más poderosos de su tiempo, en las disciplinas humanísticas fundamentales, la política y las armas. Participó, dada su condición de caballero, en las guerras fronterizas contra los musulmanes, se alzó contra en las revueltas contra Enrique IV de Castilla y apoyó a Isabel la Católica en su guerra de sucesión contra Juana la Beltraneja.
Ostentó varios cargos políticos como Señor de Belmontejo, Capitán de hombres de Castilla o Duque de Montalvo. Fue, por tanto, más un hombre de armas que de letras, pero su escasa producción poética le han servido para ocupar algunas de las páginas de oro de la literatura en castellano.
Jorge Manrique fue herido en 1479 en una escaramuza en las cercanías del castillo de Garcimuñoz, en Cuenca, muriendo poco tiempo después.
Manrique ha pasado a la Historia de la Literatura por Las coplas a la muerte de su padre, una elegía del Maestre Don Rodrigo en cuarenta coplas de pie quebrado.
Pero antes de entrar de lleno en esta obra, debemos hacer referencia al resto de su obra, en torno a 50 poemas, divisibles en tres temáticas: amor, burlesco y doctrinal.
El tema amoroso ocupa gran parte de la producción. Estos poemas están en total consonancia con la poesía provenzal y cancioneril, empleando el vocabulario y los tópicos típicos del amor cortés: vasallaje, heridas de amor, fidelidad a la dama, galanteo…
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Entre ellos se puede resaltar alguno que parece destinado a su mujer, Doña Guiomar, con la que tuvo dos hijos.
Si Manrique solo hubiera realizado estos poemas no ocuparía hoy el lugar que ocupa en nuestra literatura, se limitaría a ser un autor más dentro de la nómina de autores recopilados en los cancioneros.
Entre 1476, fecha en que muere su padre, y 1479, año de la muerte del autor, Jorge Manrique compone la obra que lo hará inmortal, las famosas 40 coplas de pie quebrado por la muerte de su padre, donde parece anunciarse el Renacimiento de las letras castellanas.
La copla de pie quebrado o sextilla manriqueña, es una estrofa de seis versos que mezcla versos de ocho sílabas con versos de cuatro sílabas con el siguiente esquema: 8a, 8b, 4c, 8a, 8b, 4c. Manrique agrega dos sextillas por estrofa.
Generalmente, se suelen dividir las Coplas a la muerte de su padre en tres partes para un mejor análisis.
La primera parte abarcaría las catorce primeras coplas.
Comienza con un tono filosófico y reflexivo sobre la muerte y su brevedad, identificando a la vida, al igual que el Eclesiastés bíblico, con el tópico del río que va a dar al mar, que es el morir. Esta muerte es a la par igualadora de todas las clases sociales.
Otros tópicos de la primera parte serían la vanidad de la vida y la vida como un camino.
En esta parte también nos encontramos la exposición de la vida terrena, siendo esta solo un trance para alcanzar la vida eterna en el más allá cristiano.
Así dice la copla 3
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir:
allí van los señoríos,
derechos a ser acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos;
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
La segunda parte, que comprende de la copla quince a la veinticuatro, se centra en un recorrido histórico por la muerte de personajes ilustres de la antigüedad, centrándose en resaltar el tópico del Ubi Sunt, se traduce como ¿Dónde están o qué fue de quienes vivieron antes que nosotros?
Copla XVII
¿Qué se hicieron las damas,
sus tocados, sus vestidos,
sus olores?
¿Qué se hicieron las llamas
de los fuegos encendidos
de amadores?
¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas
que tañían?
¿Qué se hizo aquel danzar,
aquellas ropas chapadas
que traían?
La tercera parte, desde la copla veinticinco hasta el final se centra en la figura del Maestre don Rodrigo, al que compara con grandes emperadores romanos, al estilo de la poesía de su tío Gómez Manrique, para ensalzarlo luego como guerrero leal y valiente, inteligente, buen cristiano, y hombre familiar que muere rodeado del amor de todos los suyos. Sobresale en esta parte la personificación de la muerte, que lejos de encarnar el terror medieval se presenta como halagadora de las virtudes de Don Rodrigo, quien cede con ánimo sereno y dispuesto ante ella.
En ella se observa también las tres vidas que mencionó Américo Castro: la vida el cuerpo, la de la fama y la de la eternidad.
El poema termina con una estrofa magistral que representa el paradigma de hombre bueno.
Así, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer,
Y de sus hijos y hermanos
y criados,
dio el alma a quien se la dio,
el cual la ponga en el cielo
y en su gloria,
y aunque la vida perdió,
déjanos harto consuelo
su memoria.
Pues hasta aquí amigos nuestro acercamiento de hoy al mundo de la Literatura. Recuerda que si quieres seguir aprendiendo tenemos cientos de artículos culturales de diversas temáticas en el canal para poder hacerlo.