Insaciable en cuanto a su sed de sangre, fue odiado tanto por dioses como por mortales. Allá por donde iba provocaba el terror y hacía temblar los cimientos de la civilización. Su carácter era furioso y vengativo y sus intervenciones están llenas de luchas cruentas y combates descarnados. Hoy, vamos a adentrarnos en la figura del dios greco-romano de la guerra, Ares.
Todo sobre Ares o Marte
Ares es hijo Zeus y de Hera. Los romanos lo conocieron como Marte. La mitología sitúa su nacimiento en Tracia.
Era el dios de la guerra, y en un mundo que vivía para los enfrentamientos bélicos, su importancia no puede ser más que suprema. Por ello ocupó un hueco destacado entre los 12 olímpicos.
Para los soldados era su dios principal, al que le ofrecían sacrificios antes y después de las batallas, como podemos ver por los himnos que se le dedican en la Odisea. En él se personifica la virilidad, la osadía en el combate, la fuerza bruta, el atrevimiento, el desafío y el coraje.
Homero lo retrata como un dios amoral y sangriento, y su propio Padre, Zeus, lo detesta, porque encarnaba la violencia por la violencia. Era en cierto modo lo opuesto a su hermana Atenea, que también era en cierto modo diosa de la guerra, pero de una forma más justa y benevolente. Atenea es la guerra como último recurso, Ares como primero.
Atenea es la estrategia, la inteligencia, Ares el salvajismo. Por eso no es de extrañar que cuando los dos hermanos se enfrentaron en la guerra de Troya: Atenea en representación de los griegos y Ares de los troyanos, este perdiera el combate.
Ares también fue herido en sus luchas por otros mortales, como Heracles o Diomedes.
Podemos encontrar templos dedicados a su figura en casi todas las ciudades importantes griegas y romanas. En Esparta, polis guerrera por excelencia, gozó de un culto desmedido. En Atenas, ciudad de las artes y el pensamiento , también ocupó un lugar destacado, teniendo su sede en el famoso Areópago, que toma su nombre porque fue donde Ares dio muerte a Halirrotio.
Sucedió que en cierta colina de Atenas, el hijo de Poseidón y Éurite, Halirrotio, intentó violar a Alcipe, que era hija de Ares. El dios de la guerra que vio el suceso salió en ayuda de su hija y le dio muerte allí mismo a Halirrotio. Poseidón, acudió presto a llorar a su hijo muerto y a exigir al resto de los dioses que castigaran a Ares. Entonces, el resto de olímpicos organizó allí mismo un tribunal que declaró al dios de la guerra inocente, pues no había testigos del suceso. A partir de entonces la colina fue llamada Areópago, y en ella se instalaron los tribunales de Atenas.
[Relacionado: Poseidón]
La versión romana de Ares, Marte, difiere en cierto punto al Ares griego, teniendo un carácter mucho más positivo. Ello se debe a que Ares es el padre de la dinastía que funda Roma, la dinastía de Rómulo y Remo; los gemelos son sus hijos, y por tanto los pueblos del Lacio siempre lo van a invocar en sus múltiples luchas. Se podría afirmar, que detrás de Júpier, Marte es el dios por excelencia de los romanos.
En el propio corazón de Roma se le construyó el Famoso Campo de Marte. En sus templos había toda una casta sacerdotal dedicada a sus culto y cuidado, los salios. También tenía festividades anuales, la Feriae Martis.
Como dios dedicado a la guerra no formó nunca una familia, no se casó, pero sí que mantuvo muchas relaciones amorosas engendrando más de 60 hijos. Entre los que podemos destacar Meleagro, Pilos, Flegias, las Amazonas… o los que tuvo con su amante preferida, Afrodita: Eros, Harmonia, Deimo y Fobos, entre otros.
Su relación más importante fue con Afrodita, diosa de la belleza y del amor… igual de inmoral que él. Es de resaltar la trampa que les tendió Hefesto, marido de Afrodita, con una red, sorprendièndolos en pleno acto amoroso. Si aún no conoces esta historia puedes ver el vídeo que hicimos sobre este suceso.
Su representación suele ser siempre marcial, preparado para el combate. Lleva armadura, lanza y yelmo encrestado. Puede aparecer con una espada. En frecuente encontrarlo junto a sus animales predilectos: el pájaro carpintero y el lobo.
Su nombre también ha sido usado para denominar a uno de los planetas del sistema solar. Como el planeta presenta un color rojizo, similar a la sangre, parece que los romanos decidieron asociarlo con Marte, pues era el dios de la sangre por excelencia.
